Examinar la propia vida

Sócrates (470-399 a. C.)

 

[No sabemos aún si es posible medir la existencia, ni siquiera si merece la pena hacerlo. En cambio, Sócrates insiste en que es necesario hacerlo. ¿Para qué? Observa que su respuesta entraña toda una concepción de la sabiduría humana. Debes entenderla correctamente, aprendiendo a distinguir el papel que en ella desempeña la ignorancia y el saber reconocerla en uno mismo. De Sócrates seguro que conoces la frase "sólo sé que no sé nada". ¿Por qué dice esto? Fíjate bien: ¿no sabe nada, nada, o sí que sabe algo? ¿Por qué le parece tan importante distinguir entre lo que no sabe y lo que sí sabe? Lee antes una breve biografía de Sócrates y mira el vídeo que te indico líneas abajo. Representa la primera parte del juicio a Sócrates y es del director italiano Roberto Rosellini. No hablan en griego -¡ya sé que lo lamentas!-, sino en italiano, una hermosa lengua; pero no te asustes: está subtitulado en español, otra hermosa lengua (pincha aquí). A continuación, lee atentamente el siguiente fragmento].

 

 

 

Palabras de Sócrates ante sus jueces

 

Pero, atenienses, me pareció a mí que también los buenos artesanos incurrían en el mismo error que los poetas: por el hecho de que realizaban adecuadamente su arte, cada uno de ellos estimaba que era muy sabio también respecto a las demás cosas, incluso las más importantes, y ese error velaba su sabiduría. De modo que me preguntaba yo mismo […]  si preferiría estar así, como estoy, no siendo sabio en la sabiduría de aquéllos ni ignorante en su ignorancia o tener estas dos cosas que ellos tienen. A causa de esta investigación, atenienses, me he creado muchas enemistades, muy duras y pesadas, de tal modo que de ellas han surgido muchas tergiversaciones y la fama ésta de que soy sabio. En efecto, en cada ocasión los presentes creen que yo soy sabio respecto a aquello que refuto a otro. Es probable, atenienses, que el dios sea en realidad sabio y que,  en este oráculo [en el que afirma que yo, Sócrates, soy el hombre más sabio de Grecia], lo que esté diciendo sea que la sabiduría humana es digna de poco o nada. Y parece que se esté refiriendo a Sócrates –se sirve de mi nombre poniéndome como ejemplo, como si dijera: “Es el más sabio el que, de entre vosotros, hombres, conoce, como Sócrates, que en verdad es digno de nada respecto a la sabiduría”. Así, pues, incluso ahora voy de un lado a otro investigando y averiguando en el sentido del dios si creo que alguno de los ciudadanos o de los forasteros es sabio. Y cuando me parece que no lo es, prestando mi auxilio al dios, le demuestro que no es sabio.  Por esta ocupación no he tenido tiempo de realizar ningún asunto de la ciudad digno de citar ni tampoco mío particular, sino que me encuentro en gran pobreza a causa del servicio del dios. (22d-23b). […].

    Cuando alguien les pregunta qué hacen y qué enseñan, no pueden decir nada, lo ignoran; pero para no dar la impresión de que están confusos, dicen lo que es usual contra todos los que filosofan, es decir: "las cosas del cielo y lo que está bajo la tierra", "no creer en los dioses" y "hacer más fuerte el argumento más débil". Pues creo que no desearían decir la verdad, a saber, que resulta evidente que están simulando saber sin saber nada (23d). [...]

    Quizá alguien diga: “¿No te da vergüenza, Sócrates, haberte dedicado a una ocupación tal por la que ahora corres peligro de morir?”. A éste, yo, a mi vez, le diría unas palabras justas: “No tienes razón, amigo, si crees que un hombre que sea de algún provecho ha de tener en cuenta el riesgo de vivir o morir, sino el examinar solamente si, al obrar, hace cosas justas o injustas y actos propios de un hombre bueno o de un hombre malo. (28a-b) […].

    Debo vivir filosofando y examinándome a mí mismo y a los de más […]. En efecto, atenienses, temer la muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo, pues creer que uno sabe lo que no sabe. Pues nadie conoce la muerte, ni siquiera si es precisamente el mayor de todos los bienes para el hombre, pero la temen como si supieran con certeza que es el mayor de los males. Sin embargo, ¿cómo no va a ser la más reprochable ignorancia la de creer saber lo que no se sabe? Yo, atenienses, también quizá me diferencio en esto de la mayor parte de los hombres, y, por consiguiente, si dijera que soy más sabio que alguien en algo, sería en esto, en que no sabiendo suficientemente sobre las cosas del Hades, también reconozco no saberlo. Pero sí sé que es malo y vergonzoso cometer injusticia y desobedecer al que es mejor, sea dios u hombre. En comparación con los males que sé que son males, jamás temeré ni evitaré lo que no sé si es incluso un bien (28e-29c). (Platón, Apología de Sócrates).

 

  

Lee ahora estas dos breves reflexiones.

Pincha aquí.

Rincón de la cita

Al terminar el coloquio, los ángeles se dirigieron a mí, el único ser humano invitado al mismo, y me dijeron: 'Enséñanos el secreto de la existencia humana'. Les sonreí y dije: 'Caminar es arriesgado...'. Se produjo un gran silencio en la sala. Los ángeles me miraban extrañados. Vi que no habían entendido, así que añadí: 'No preguntéis nunca cuál es vuestro camino a alguien que lo conozca, pues no podréis extraviaros'. Entonces, los ángeles vinieron a mí y me abrazaron. Se quitaron sus alas y las arrojaron por los ventanales del coloquio. Las plumas caían y caían... Una auténtica lluvia de alas. (Marc-Alain Ouaknin)

  

Ejemplos de mayéutica socrática (Platón, Alcibiades I)

¿Cuánto mide la existencia? (Roger-Pol Droit)

Filosofía y búsqueda

(García-Baró y Merleau-Ponty)

Las implicaciones de la acción (Maurice Blondel)

El filósofo en la ciudad.

Sócrates visto pòr Hannah Arendt

Vivir expuesto.

Sócrates visto por Jan Patocka

Las preguntas filosóficas de los niños (Karl Jaspers)

Crecer de golpe  (Susana Tamaro)

Tierras de penumbra (R. Attenborough)

La filosofía como actitud existencial (M. García-Baró)