¡Salvemos la Filosofía!

¡Que no desaparezca de los institutos y colegios!

 

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A continuación puedes leer un artículo en defensa de la Filosofía en la enseñanza secundaria:

La Filosofía en España. Necrológica

(Publicado en El Mundo, 9 de octubre de 2013)

Para leerlo, pincha en la imagen

Medio animal y mundo humano

 

Hemos visto que no nacemos acoplados al mundo y que, por ello, tenemos que aprender a saltar la brecha que nos se­pa­ra de él con ayuda de quienes nos rodean. Ya vimos que en el primer salto, el que dimos al nacer, la cosa iba en serio: estaba en juego la propia vida. Ahora aborda­remos ese des­ajuste con otro enfoque: com­pa­­rán­donos con el ani­mal. Consta­ta­remos que dicha escisión re­pre­­senta nuestro rasgo distintivo frente a los animales. Éstos nacen adap­ta­dos a un medio vital deter­mi­nado, mien­tras que el hombre se diría que nace siempre antes de tiem­po, como si aún le faltase madurar un poco para acabar de encajar en el suyo propio. En este sentido, consi­de­rán­do­lo úni­ca­mente como un simple animal, hay quien ha visto en él un animal dete­rio­rado, el prototipo de la deca­den­cia animal. Por ello, un periodo largo de aprendizaje es inevitable. Mafalda preguntaba a sus padres por qué la hicieron nacer con tanta antici­pación. La respuesta la hemos visto a lo largo del capítulo anterior.

 
Aunque no se trata de hacer com­petir al hombre con el animal, sí que puede orien­tar­nos ese juicio a la hora de entender cómo se asoman uno y otro a eso que llamamos rea­li­dad. ¿Compartimos los ani­ma­les y nosotros el mis­­mo mundo, vivi­mos en la misma rea­li­dad? Seguro que esta pre­gun­ta te sorprende, pero no me estoy refiriendo al planeta Tierra. Te ade­­lanto un poco de la respuesta, que servirá para explicar el título de este capítulo: mien­tras que el hombre vive en el ‘mundo’, el animal vive en su ‘medio vital’. No creas que es sólo cuestión de palabras. Los hombres tenemos mundo, al que no nacemos ajus­tados y al que, por tanto, ne­ce­sitamos aprender a incor­po­rarnos; y los ani­ma­les nacen en sin­tonía ya con su medio. Esta espe­cia­lización que, desde un punto de vista bio­lógico, su­pone una ventaja sobre el hombre, significa en cambio una gran pobreza de realidad, pues su vida el animal la desarrolla encer­rado dentro del tubo que forma su equipo de instintos. Hagamos una comparación: cuando sin­to­nizas un aparato de radio, el aparato sólo capta la emi­sora que está en esa deter­mi­nada fre­cuencia de onda, como si no hubiera otras; para las demás es ciego o sordo; no existen para él. Si el dial no se cambia de posición, el aparato es incapaz de per­cibir otra emisora. Porque está acoplado a una, lo que impide que lo esté al mismo tiempo a otra. Al animal le pasa algo muy similar, y al respecto habla­remos de ‘círculo funcional’. Compa­­ra­remos cómo está éste cons­tituido en el ani­mal y en el hombre. Des­cu­bri­remos que eso que llamamos capa­cidad de concen­tra­ción es, según Ortega y Gasset, el rasgo humano funda­men­tal, que él deno­mi­na en­simis­ma­miento. Tam­bién volve­remos a encon­trarnos con el len­guaje simbólico como elemento esen­­cial­men­te distin­tivo, cosa que no habrá de extrañarte des­pués de lo que ya he­­mos es­tu­diado. Descu­bri­remos que nuestro lenguaje nos permite exten­der nuestra realidad más allá de lo que está me­ra­mente presente, pe­cu­liaridad esencial de las gra­máticas de la crea­ción, como George Steiner las denomina. Acabaremos así en­ten­dien­do por qué la menor espe­cia­lización hu­ma­na, que hace de él un animal dis­mi­nuido, comporta en cambio una mayor riqueza de su realidad. Esta diferencia es la que queremos re­flejar al dis­tinguir en­tre medio vi­tal y mundo.
 
¿Sucede todo eso tam­bién con ani­males más pró­xi­mos a nosotros en la escala zoo­ló­gi­ca, como orangu­ta­nes y chim­pancés? Lo estudiaremos, y ello nos ofre­ce­rá la oca­sión de dis­tinguir, con Christine M. Kors­gaard, entre inte­li­gencia y razón, una distinción importante.
 
A continuación, abordaremos la siguiente cuestión: ¿es la crueldad un vestigio ani­mal en el hom­­bre, debido a que no hemos logrado aún deshacernos por com­pleto de nuestra ani­ma­lidad? Quizá te sor­prenda, pero descu­briremos que la cruel­dad -y en general el mal- es, igual que la ciencia, la poesía, el arte y el amor, una de las posi­bi­li­dades abiertas en la realidad por los seres humanos, quienes nos hemos aven­tu­rado en la vida por otros caminos dis­tintos al de la mera su­per­vi­ven­cia. Es, por tan­­to, respon­sabilidad nuestra evi­tar la crueldad o cul­ti­varla. En este sen­ti­do, el texto extraído del libro Aquellos hombres grises con­tie­ne una reflexión estre­me­cedora, como la del relato sobre Hurbinek del capítulo anterior.
 
Empieza echándole un ojo a dos famosos experimentos de Köhler y de Pavlov. Serán nuestro punto de partida. Para ello, pincha en la imagen. (Jesús Mª Ayuso Díez).

Algunos experimentos

Tres ejemplos de medio vital o mundo circundante.

El medio vital

   a) Texto de Ortega y Gasset

 

   b) Texto sobre J. von Uexkull

El símbolo rompe el "círculo funcional"

(Ernst Cassirer)

Paisaje con grano de arena

(poema de Wislawa Szymborska)

 

Ensimismamiento y alteración

(José Ortega y Gasset)

Gramática creativa

(George Steiner)

¿Qué es actuar deliberadamente?

(Christine Korsgaard)

  

 

La Razón: la inteligencia que aspira a la universalidad

(José Antonio Marina)

La inteligencia humana es creadora

(José Antonio Marina)

Grupo, empatía y moralidad entre los simios (F. de Waal)

Crueldad, ensañamiento... pero gente corriente (Christopher R. Browning)

¿Por qué nos asusta tanto ser libres? (Erich Fromm)

Mecanismo del chivo expiatorio (René Girard)

  

¿Está produciéndose una revolución antropológica?

Cine, teatro, pensamiento

Como el agua que fluye

Manuel R. Avis