¡Salvemos la Filosofía!
¡Que no desaparezca de los institutos y colegios!
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A continuación puedes leer un artículo en defensa de la Filosofía en la enseñanza secundaria:
La Filosofía en España. Necrológica
(Publicado en El Mundo, 9 de octubre de 2013)
Hacer el bien y evitar el mal exige reflexionar
Miguel García-Baró (1953)
Es una situación paradójica, pero que en cierto modo vive la humanidad desde el pasado más remoto: puesto que lo que creemos saber sobre las cosas y las personas y lo divino es la base de nuestra acción, si comprendemos que dañaremos inevitablemente todo, y también a nosotros mismos, como no sea que nos preocupemos activamente por la verdad comprobada personalmente de nuestras actitudes más hondas y más determinantes, no se entiende que la humanidad no practique un fuerte ejercicio de búsqueda de la verdad, de aventura personal y abierta con la verdad.
Ningún hombre tiene derecho a vivir sin examinar su vida, sea cual sea su situación, si desea la dicha y la bondad, si simplemente desea combatir el mal que por todos lados, quizá, lo aprieta; pero es difícil reprimir la idea de que en realidad se constata que apenas nadie decide salir de la impersonalidad y la uniformidad de las opiniones recibidas y mostrencas para lograr otras mejores y que se adecuan mejor a la lucha por el bien, ampliamente entendido, al que ve referida su vida. (Miguel García-Baró, “Confortar al leproso”).
LA SABIDURÍA COMO BÚSQUEDA
Maurice Merleau-Ponty (1908-1961)
Quien es testigo de su propia búsqueda, es decir, de su propio desorden interior casi no puede sentirse heredero de los hombres cabales cuyos nombres ve sobre estas paredes. Si, además, es filósofo, es decir, si sabe que no sabe nada, ¿cómo podría creerse legitimado para ocupar un sitio en esta cátedra, y cómo ha podido siquiera desearlo? La respuesta a estas preguntas es bien sencilla: lo que, desde su fundación, el Collège de France está encargado de ofrecer a sus oyentes no son verdades adquiridas, sino la idea de una búsqueda libre. Si el invierno pasado quiso conservar una cátedra de filosofía es porque el no-saber filosófico pone el broche al espíritu de búsqueda que le caracteriza. Si un filósofo solicita vuestros sufragios, queridos colegas, es, como sabéis, para conducir de manera más completa esa vida filosófica y, si se los habéis concedido, es para favorecer en su persona ese intento. (Maurice Merleau-Ponty, Elogio de la filosofía, lección inaugural pronunciada el 15 de enero de 1953).