La visión del Judaísmo

Baruj Garzón

 

INTRODUCCIÓN: LA PAZ UNA MISIÓN JUDÍA


1. Quien vive esa experiencia de Dios que es, o debería ser, toda religión, puede sentir la tentación de olvidar que la auténtica experiencia de Dios es a la vez, experiencia del hombre. Así al menos, lo exige el Judaísmo emanado de la Torá, nuestra religión. El hecho religioso judío es ante todo un camino a recorrer hacia un doble encuentro con Dios y con el prójimo. Como decía mi maestro Emmanuel Levinas, a propósito de la Biblia: “... no es un libro que nos conduzca al misterio de Dios sino a las tareas humanas. El monote-ísmo es un humanismo.”


2. Desde esa alta y antigua atalaya que es la religión judía, la perspecti-va colectiva y social es ineludible. En la estructura interna de nuestras comu-nidades, ya se adivina la preocupación del judaísmo porque el hecho religio-so sea participativo y plural.


3. Como es notorio, la religión judía se vive en comunidad donde la úni-ca jerarquía que se respeta es la que establecen la sabiduría y la conducta ejemplar. El liderazgo religioso lo ejercen los rabinos que son los maestros reconocidos por el pueblo quien los elige y contrata por un determinado pla-zo de tiempo.


4. Nosotros también, al igual que lo hacen otros colectivos en España y en el mundo, pretendemos la recuperación de los valores éticos —base de nuestra fe— a través de la acción comunitaria. La oración, la meditación, y el estudio de los textos sagrados son nuestra mejor inspiración y acicate en este duro camino, pero en ningún modo un sustituto que nos redima de nuestra responsabilidad de participar cuerpo y alma en la marcha hacia un mundo más acorde con la voluntad divina, más pacífico, más armonioso, que es como entendemos nosotros, lo que puede ser un mundo mejor.


5. Nuestro compromiso con la paz es ineludible. El judaísmo nos ense-ña que Dios no puede ser el pretexto de nuestra indiferencia o la coartada de nuestro egoísmo. La verdadera religión judía, como correlación entre Dios y el hombre, depende de una relación de hombre a hombre, asumida con plena responsabilidad.


6. Si concebimos la vida religiosa como consagración a Dios y dedica-ción al servicio divino, no podremos evitar abrir las ventanas al mundo, Su creación, y sentir el palpitar de la humanidad portadora del espíritu divino y cúspide de Su obra.


7. Como judíos, no podemos permanecer ajenos a la llamada crisis reli-giosa que nos parece en realidad una crisis profunda de los valores morales.
Levinas escribía hace unos años, en su obra titulada Le Moi et la Totalité: “La crisis de la religión surge de la imposibilidad de aislarse con Dios y olvidar a todos aquellos que permanecen fuera del dialogo amoroso. El verdadero diálogo está en otra parte.” (p. 360).


8. Creemos que la situación de violencia que parece prevalecer en el mundo moderno, se debe en parte al vacío dejado por la religión en Occi-dente, no es solamente grave para el monoteísmo, para la religión en general, e incluso para la vida espiritual misma, sino que aboca a nuestras sociedades, al nihilismo y a la animalidad, peligrosas amenazas para la humanidad del hombre y hasta para su existencia misma.


9. Puede que ésta sea la razón por la cual los maestros del judaísmo nos prohiben rezar en un lugar sin ventanas. La estructura misma del rezo diario en la Sinagoga, nos traza el programa de nuestra acción en el mundo.

 


UNA PEDAGOGÍA JUDÍA AL SERVICIO DE LA PAZ


En efecto el rezo comienza con la lectura de textos que centran nuestra atención en “el más acá”, nuestra presencia en el mundo, tanto en el lodo de sus mezquindades como en la belleza de sus múltiples retos.
    Lo que nos quiere significar el ritual judío cotidiano, a través de la selección de los textos que componen sus lecturas y meditaciones para mañana, tarde y noche, es que la relación exclusiva con Dios, en la intimidad de las moradas interiores, no es para el judaísmo, el comienzo sino la culminación de un itinerario espiritual que a) comienza asumiendo humildemente nuestra parte de responsabilidad en todo lo que ocurre a nuestro alrededor para que desde esa encarnación del Espíritu que vive en cada ser humano, descubramos y manifestemos la pre-sencia divina en los niveles más prosaicos y materiales: “Dios mío, el alma que has puesto en mí, pura.....”; b) continúa con el descubrimiento de la huella divina en la creación, a través de las ciencias de la naturaleza y del hombre: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento narra la obra de Sus manos”; c) prosigue con el difícil ejercicio mental que consiste en relacionar cada parcela de lo anteriormente descrito, con un origen único para todo: el Supremo Creador y sólo entonces, en la cima de ese ascenso espiritual, y como premio a nuestro esfuerzo sostenido, nos será dado d) escuchar el canto de la armonía universal, el de los coros celestiales, y hasta participar en ellos con cada palabra que pronunciemos, con cada silencio, con cada respiración: “Santo, santo, santo es el Eterno, Señor del Universo. La tierra toda está llena de Su gloria”. Al término del rezo debemos dar tres pasos atrás para manifestar con todo nuestro cuerpo y no solo con la mente, que estamos dispuestos a volver a la vida de todos los días, al mundo de los hombres, para asumir sus lagunas, sus nece-sidades, sus miserias y como dicen los cabalistas, reparar, reparar y reparar.

10. Sólo una persona que conciba así su religiosidad puede preocuparse por algo más que por su perpetuación o su salvación egoísta, y darse lugar para pensar en los demás, en la humanidad y en su futuro, un futuro en el que sólo merecerá ser escuchado el mensaje de una religión atenta al mundo, a sus pesares, a sus ilusiones, a sus sueños, porque ya la sociedad de hoy —y más aún la de mañana— está afortunadamente rechazando el adoctrinamien-to como vehículo de transmisión de la espiritualidad y considera la connivencia con los poderes terrenales como deslegitimizadora de cualquier pala-bra que alguien, desde situaciones de prepotencia, tenga la osadía de pronunciar en nombre de Dios.

 

11. Estos son datos que con toda modestia creo deberíamos considerar todas las religiones antes de pretender decir o aportar algo al futuro de una humanidad muy a menudo desilusionada porque ha visto frustrada sus espe-ranzas en que la palabra de Dios calmaría en primer lugar el hambre y la sed del mundo, el hambre de pan, la sed de agua y en segundo lugar, el hambre y la sed de justicia.


12. Puede que estas lecciones del pensamiento judío heredero del men-saje bíblico, estén empezando a ser asimiladas en las sociedades occidentales, ya sea como reacción a usos y abusos pasados o sencillamente por evo-lución del pensamiento religioso, que progresa desde una religiosidad mítica, a una religión para adultos. Aunque no debemos descartar que ese pasado
pecaminoso, lastrado por el proceder inapropiado de algunas religiones, pue-da constituir por algún tiempo —el tiempo del perdón— un obstáculo a nues-tra aportación, hoy sincera y desinteresada, al futuro de la humanidad. Sin embargo, ello no nos exime de pensar en ese futuro y buscar juntos las vías que nos permitan, en primer lugar, estar presentes en él y en segundo lugar, ofrendarle el sacrificio de nuestro amor, de nuestra dedicación que es lo mis-mo, pero en términos más comprensibles para el común de los mortales, que la consagración de nuestra vida a Dios, el Creador.

 


¿POR DÓNDE EMPEZAR?


13. Algunas acciones deberían considerarse prioritarias para nuestra aportación a un presente de paz de la humanidad. Y digo al presente porque el futuro, empieza hoy. Si no introducimos el factor urgencia en el aquí y el ahora, el futuro se nos puede escapar de las manos.
    a) Lo primero que las religiones pueden hacer a favor de la paz, es aca-bar con el desastroso espectáculo de sus divisiones. Esto es válido sobre todo pero no exclusivamente, para las tres religiones monoteístas, el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam que deben emprender un diálogo a dos bandas y lue-go a tres, un diálogo sincero en el que se estudien los fundamentos comunes
en la religiosidad de Abraham, los puntos en los que cada uno de los respec-tivos maestros de las generaciones posteriores puso el acento, aquellos que precisamente legitiman la existencia de la diversidad en las distintas expresiones del mensaje abrahámico. Prescindiendo del lenguaje alambicado de la excesiva diplomacia, pero con absoluto respeto. Celebrando alborozados las
convergencias que nos descubren próximos como las divergencias que nos hacen reconocernos como complementarios. Juntos constataremos que es más lo que nos une y lo exaltaremos, que lo que nos separa y aprenderemos a respetarlo. Este diálogo amistoso podrá volverse fraterno si se le añade el estudio en común de los textos sagrados de cada una de las religiones, textos que hablan del mismo Dios Creador. Unidos podremos hablar, cada uno en su lenguaje propio —y esta sería nuestra primera aportación al futuro de la humanidad— de renovación espiritual.

    b) La segunda acción conjunta, también estaría inspirada por el Patriar-ca Abraham de quien Dios dice: “Lo amo porque enseña a sus hijos y a su casa después de él a guardar el camino del Eterno, practicando la caridad y la justicia”. Caridad y justicia...todo un programa de futura contribución a la huma-nidad para las religiosos —que quiere decir “re-ligados, unidos a Dios— que se atrevan a actuar cumpliendo Su voluntad, sin afán de acumular ni riquezas ni poder, sino simplemente, de asumir su responsabilidad en cuanto a la divi-na Creación “para servirla y cuidarla”.


14. Porque se propone dar sentido a nuestra existencia en el mundo, la religión está indisolublemente ligada a todos los círculos de la interacción humana, desde el más íntimo como lo es la familia, al más amplio como pue-dan ser la nación, el pueblo, la humanidad y hasta la creación en toda su extensión. En estas múltiples dimensiones y de forma simultánea, se conso-lida nuestra identidad, no sólo como individuos, sino también como inte-grantes de la sociedad.


15. La moderna antropología social atribuye gran parte de la enajena-ción y de la perplejidad que sufre actualmente la humanidad, a la ruptura de los marcos religiosos tradicionales y de las células acogedoras y protectoras en la que la religiosidad se cultivaba como transmisora de valores: el templo, el hogar, la familia, la comunidad.
    Alvin Toffler destaca en su obra Le choc du futur (Paris, Gallimard, 1987) la amplitud del problema causado por el desenraizamiento masivo que está sufriendo la sociedad contemporánea así como su inevitable consecuen-cia: la grave desestabilización que esta ausencia de raíces está causando en los niveles psicológicos y sociales.


16. No basta con criticar la contra-cultura que se ha puesto de moda. Es necesario profundizar en sus causas y preguntarse si no estará acaso propi-ciada por la vacuidad de la secularización moderna, el materialismo obsesivo y una carrera desenfrenada cuyo lema se podría resumir en estas pocas palabras: más, más grande, más famoso, más rápido. Estudiando a la vez con amor y rigurosidad, estas manifestaciones humanas, demasiado humanas qui-zás, es posible que descubramos la raíz de muchas desviaciones en el vacío dejado por unas religiones institucionalizadas que ya no responden adecua-damente a la búsqueda de sentido y de identidad que muchos van a buscar a tierras lejanas o más cerca en el seno de sectas mercantilistas cuyos medios de captación y de esclavización han sido puestos a punto, debemos recono-cerlo, con un alto grado de especialización científica y de sofisticación que, admitámoslo también, ha faltado en las religiones tradicionales, algunas demasiado comprometidas con metas terrenales o alianzas políticas que han desvirtuado su mensaje propio y el porqué de su existencia misma, su propia razón de ser.

 


¿CÓMO INTEGRAR LAS DIMENSIONES FUNDAMENTALES DE LA EXISTENCIA HUMANA EN UNA CULTURA DE PAZ Y EVITAR QUE CONTRIBUYAN A UNA CULTURA DE VIOLENCIA?


17. Nos enfrentamos a multiples y preocupantes desafíos, por ejemplo: Los intentos de control del futuro de la humanidad en los niveles económico, mediático y tecnológico, asi como la mundialización de la cultura pragmáti-ca y del materialismo demagógico. Simultáneamente, asistimos a una pro-gresiva perdida de referencias morales para circunscribir los efectos nocivos de dichos desafíos y evitar su extensión a las conciencias. Por eso y antes esas amenazas, la religión no puede permanecer ausente de las preocupaciones fundamentales de la humanidad a las que está llamada a iluminar con el men-saje divino revelado, optando por encerrase cada una en su templo particular, haciendo oídos sordos al clamor y al dolor de una humanidad en franco proceso de deshumanización.

 


LA EXPERIENCIA DE LAS TRES RELIGIONES DEL LIBRO


¿Qué hay en cada una que pueda contribuir a crear paz?


18. Ante todo, una esperanza. El papel del mensaje religioso consiste hoy en salvar el devenir espiri-tual de la humanidad, conservar y desarrollar los valores morales, perfilar el nuevo contrato moral que esta exigiendo la humanidad. Todos unidos frente a la tormenta y a la tempestad en el barco evocado por Leonardo da Vinci, para promover y defender un conjunto de valores de los cuales cada uno pue-da deducir posturas, actitudes y comportamientos que puedan contribuir en el entorno en el que se desarrolla su quehacer cotidiano, a la paz como expre-sión de auténtica y acendrada religiosidad, como testimonio de la fe en D. Único y de su reino que empieza ya a hacerse realidad en la vida del creyen-te, cuando la preside la paz. ¿Qué ha podido suceder para que las religiones hayan sido alguna vez factor de violencia?


19. No podemos modificar el pasado, pero sí elegir nuestro futuro — para que se imponga por la fuerza de la razón, el rechazo a la autar-quía irresponsable y a la xenofobia, a la violencia, en una palabra, como medio para solucionar los conflictos, — para que prevalezcan el diálogo como forma civilizada de relación, la justicia como un deber y no sólo como un derecho, la solidaridad como tes-timonio de fe y el amor como atributo divino que podemos hacer realidad en nuestra vida religiosa cuando sea lo que ha de ser: una imitación de los excel-sos atributos de nuestro común Creador.


20. Si la paz que enseña la religión ha sido rota, quizás haya que buscar las causas en la exacerbación de las desigualdades entre pueblos o en el seno de una misma sociedad, entre ricos y pobres. No es extraño que los desheredados hayan promovido, usando el mensaje religiosos, la exaltación de la vio-lencia como medio de solución o forma de romper el inmovilismo de los políticos y las actitudes equivocas de algunos lideres religiosos consagrados pero tan inoperantes a veces. Así, asistimos al nacimiento del fanatismo moderno en el seno de algunas sociedades, como retroceso reaccionario frente a los peligros que acechan en el mundo moderno a la familia, a los jóvenes, a los ancianos y desvalidos.


21. No se debe confundir la violencia dirigida desde altas instancias reli-giosas con la violencia que surge de las masas cuando toman la religión como aglutinante y arma arrojadiza.


22. La paz es ante todo paz social, imposible sin la justicia (no la paz de los cementerios o la falsa seguridad de las dictaduras).


23. Y es en este contexto en el que se hace cada vez más necesario situar el resurgimiento del mal llamado “fundamentalismo” que hoy se utiliza con pésimas intenciones, para demonizar a una u otra religión. ¿En qué medida el diálogo entre ellas es posible?


24. La cultura de la paz es ante todo, cultura del diálogo.
— Las metas del diálogo son la concordia y la paz. Juntos nos podemos enfrentar pacíficamente a los intentos de polarización, esquematización y simplificación propios de cierta información televisiva, demasiado rápida, demasiado superficial, demasiado parcial por fragmentada e incompleta, y por la simple ausencia de imparcialidad y neutralidad profesional que infectan en algún momento los telediarios y hasta los documentales — El diálogo conduce a la aceptación, a la tolerancia y al reconocimiento del derecho del otro a ser diferente, distinto a mí, y culmina en el respeto mutuo.

— El ejercicio del diálogo allana obstáculos psicológicos erigidos sobre prejuicios, clichés y a-priori que impiden el acceso a la verdad y, a veces, a la realidad objetiva misma.


— Sólo puede contribuir a la coexistencia pacífica, un universalismo que
respete los individualismos. ¿En qué medida puede contribuir a la convivencia de la humanidad?


25. En la medida en que contribuya a la unión de las fuerzas religiosas, culturales y sociales, cada uno según su posición, su método, sus atribuciones y sus medios, con el fin de constituir una red de movilización para acti-var a favor de la paz, la coexistencia pacífica y la reconciliación. Juntos podremos reencontrarnos cada uno, con la esencia de nuestra reli-gión, la religiosidad que le dio origen y forma, la luz original sin olvidar la mano que ha de permanecer tendida a los no-creyentes, a aquellos que aún no han encontrado respuesta a las preguntas esenciales. La religión que puede contribuir a la convivencia no es una religión interpretada por sus adeptos en el aislamiento, ni en la autoflagelación, ni en las privaciones, sino una religión consciente del desarrollo tecnológico, no hostil al dominio de los fundamentos del progreso y de la prosperidad, a la luz de la ciencia que libera y del pensamiento creativo... una sabiduría constructiva y humana en cuanto a sus perspectivas.


26. Para ello será necesario estar activamente presentes en todos los eventos sociales tendentes a promover la cultura de la paz:
— junto a los cristianos, en la Jornada Mundial de Oración por la Paz,
— en las escuelas, en el aniversario del asesinato de Ghandi, en el Día escolar de la no-violencia y de la paz.
— con Racismo No, en el Día Internacional contra la Discriminación Racial.
— con los periodistas, en el Día Mundial por la Libertad de Prensa.
— con los padres y los hijos, en el Día Internacional de la Familia.
— con los ecologistas, en el Día Mundial del Medio Ambiente,
— con los judíos, en la conmemoración anual del genocidio nazi, o en la solemne celebración del Día del Perdón.... y una larga lista que debería añadirse al tradicional calendario religioso de cada confesión y que incluiría la solidaridad con los que luchan contra el hambre, la desertización y la sequía, contra las drogas, la tortura, la lepra, el sida y otras epidemias, las catástrofes naturales, la esclavitud, y por la pro-tección de los trabajadores, las personas de edad avanzada, la infancia, las personas discapacitadas, las poblaciones indígenas y las minorías, así como por la promoción del voluntariado, de la tolerancia, de la cooperación, de los derechos humanos.


27. La paz, por supuesto, es la consecuencia de todo lo expuesto. Poner-la como condición previa es renunciar a la responsabilidad que todos com-partimos. Porque el amor que Dios nos inspira no puede conocer fronteras, no le podemos poner barreras, abarca a propios y extraños.

 


CONCLUSIÓN


28. Shalom, la paz, es para el judaísmo un valor religioso fundamental. Tanto es así que “Shalom” es uno de los nombres de D. El sueño del profeta bíblico Miqueas (4, 1-5) es el proyecto de vida del pueblo de Israel: Vejittetu harbotam le-ittim va-hanitotehem le-mazmerot...
 

“Al final de los tiempos estará firme,
el monte de la casa de A-donay,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán naciones,
caminarán pueblos numerosos;
dirán: Venid, subamos al monte de A-donay,
A la casa del Dios de Jacob;
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley
y de Jerusalén la palabra de A-donay.
Será el árbitro de muchas naciones,
el juez de numerosos pueblos.
De las espadas forjarán arados;
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán más para la guerra.
Se sentará cada uno bajo su parra y su higuera,
sin sobresaltos —lo ha dicho el Señor del Universo—.
Todos los pueblos caminarán invocando a su Dios,
nosotros caminamos invocando siempre a A-donay, nuestro Dios.”


29. La paz es la mejor de todas las bendiciones. Con estas palabras de Rabbí Simón ben Jalaftá termina el sexto y último tratado de uno de los tex-tos sagrados del judaísmo, el compendio jurídico-ético que llamamos Misná, y que sirve de base a la ordenación de la vida judía: “Lo matsá Ha-cados Baruj Hu, keli majazic et ha-berajá, ela, ha-shalom”. El sabio maestro Rabbí Sim’ón ben Halaftá nos dice que para contener sus infinitas bendiciones, no encontró El Santo, alabado sea, mejor vaso que la paz.

Sello septiembre

Al 2º mini-Congreso sobre la Shoá: canción e historia

6 preguntas

6 respuestas

(Mémorial de la Shoah de Paris)

Preguntas frecuentes sobre la Shoá

(Holocaust Museum Houston)