El hombre existe comprendiendo un sentido
Martin Heidegger (1889-1976)
Voy a evocar una nueva vivencia, no sólo para mí mismo, sino que les pido a todos ustedes, a cada yo-mismo singular, sentado aquí, que hagan lo mismo. Se trata de que todos nos coloquemos en el lugar de una vivencia hasta cierto punto unitaria y compartida. Ustedes entran como siempre en el aula a la hora acostumbrada y van a su puesto de costumbre. Retengan con firmeza esta vivencia de ‘ver su puesto’ o, si lo prefieren, pueden ustedes compartir mi propia experiencia: entro en el aula y veo la cátedra […] ¿Qué ‘veo’? ¿Superficies marrones que se cortan en ángulo recto? No, veo otra cosa. ¿Veo una caja; más exactamente, una caja pequeña colocada encima de otra más grande? De ningún modo. Yo veo la cátedra desde la que debo hablar, ustedes ven la cátedra desde la cual se les habla, en la que yo he hablado ya. En la vivencia pura […] no es que yo vea primero superficies marrones que se entrecortan, y que luego se me presentan como caja, después como pupitre académico, como cátedra, de tal manera que yo fuera pegando en la caja las propiedades de la cátedra como si se tratara de una etiqueta. Todo esto es una interpretación mala y tergiversada, un cambio de dirección en la pura mirada al interior de la vivencia. Yo veo la cátedra de golpe, por así decirlo; no la veo aislada, yo veo el pupitre como si fuera demasiado alto para mí. Yo veo un libro sobre el pupitre, como algo que inmediatamente me molesta (un libro, y no un número de hojas estratificadas y salpicadas de manchas negras); yo veo la cátedra en una orientación, en una iluminación, en un trasfondo.
Seguramente que ustedes dirán que esto se halla inmediatamente en la vivencia, para mí y en cierta medida también para ustedes, pues ustedes también ven este conglomerado de tablones de madera como cátedra. Este objeto, que todos percibimos aquí, tiene de alguna manera el significado concreto de ‘cátedra’. La cosa cambia cuando introducimos en el aula a un labriego […]. ¿Ve la cátedra o ve una caja, un tablaje? El labriego ve el ‘puesto del profesor’, ve el objeto adherido a un significado. Suponiendo que alguien viera una caja, no vería un trozo de madera, una cosa, un objeto natural. Pero imaginemos que de repente sacamos a un negro senegalés de su cabaña y que lo colocamos en esta aula. Resulta difícil precisar con exactitud lo que vería al fijar la mirada en este objeto. Quizás viera algo relacionado con la magia o algo que sirve para protegerse de las flechas y de las piedras. Pero lo más probable es que no supiera qué hacer con esto. ¿Acaso vería simples complejos de colores y superficies, una mera cosa, algo que simplemente se da? Así, pues, mi mirada y la del negro senegalés son fundamentalmente diferentes. Lo único que tienen en común es que en ambos casos se ve algo.
[…] Fijémosnos otra vez en la vivencia del negro del Senegal. Incluso en el caso de que viera la cátedra como algo que simplemente está ahí, ésta tendría para él un significado […]. Sin embargo, existe la posibilidad de mostrar que la hipótesis de que el negro senegalés repentinamente trasplantado al aula –a pesar de carecer de una formación científica (aunque no carente de cultura)- viera la cátedra como algo que simplemente existe es un contrasentido […]. Antes bien, el negro senegalés vería la cátedra como algo ‘con lo que no sabría qué hacer’. El significado de la ‘extrañeza instrumental’ y el significado de la ‘cátedra’ son absolutamente idénticos en su esencia.
En la vivencia del ver la cátedra se me da algo desde un entorno inmediato. Este mundo que nos rodea (la cátedra, el libro, la pizarra, el cuaderno de apuntes, la estilográfica, el bedel, la asociación de estudiantes, el tranvía, el automóvil, etcétera) no consta de cosas con un determinado contenido de significación, de objetos a los que además se añada el que hayan de significar esto y lo otro, sino que lo significativo es lo primario, se me da inmediatamente, sin ningún rodeo intelectual que pase por la captación de una cosa. Viviendo en un mundo circundante, me encuentro rodeado siempre y por doquier de significados, todo es mundano, ‘mundea’.
[…] Para no caer en confusiones ni distorsionar así desde el principio la actitud fenomenológica [según la cual nos atenemos a las vivencias tal y como se presentan], hay que tener clara una distinción fundamental: como mínimo tenemos un conocimiento elemental del proceso de teorización en relación con su origen y su creciente privación de vida. En la cúspide de este proceso de teorización sale a relucir el carácter totalmente vacío, meramente objetivo y formal del algo. De este algo se ha borrado todo contenido. Su sentido carece de cualquier referencia al contenido mundano, por muy radicalmente teoretizado que esté ese contenido. Este algo es lo absolutamente privado de mundo; es la esfera donde uno pierde el aliento y no puede vivir.
¿Se puede mantener esta caracterización de los niveles de privación de vida que culmina en el simple algo sin más? […] Volvamos a recordar la vivencia del mundo circundante de la cátedra. Yo comienzo a teorizar progresivamente a partir de lo vivido en el mundo circundante: la cátedra es marrón; marrón es un color; el color es un dato sensorial genuino; el dato sensorial es el resultado de procesos físicos o fisiológicos; los procesos físicos son la causa primaria; esta causa, lo objetivo, responde a un determinado número de oscilaciones del éter; los núcleos de éter se descomponen en elementos simples que están conectados por leyes igualmente simples; los elementos son lo último; los elementos son algo en general. (Martin Heidegger, La idea de la filosofía y el problema de la concepción del mundo [1919]).
Quiero que a continuación leas el siguiente fragmento de Jean Grondin acerca de los distintos significados del término sentido ("el sentido del sentido"). Pincha aquí.
A la derecha tienes un enlace con un texto del filósofo español José Ortega y Gasset que desarrolla ampliamente la idea que acabas de conocer, y que podemos resumir con estas otras palabras también de Heidegger: el hombre es un ser-en-el-mundo. Es largo, pero creo que lo hallarás bastante claro. Es una invitación; es decir si no te encuentras en forma para entrar en él, déjalo para otro momento.