Invención griega de la política
Cornelius Castoriadis
Los griegos no han inventado ‘lo’ político, entendido como la dimensión de poder explícito siempre presente en toda sociedad; lo que han inventado o, mejor dicho, creado, es la política, cosa por completo diferente. A veces se discute sobre de si antes de los griegos existía la política, y en qué medida: vana disputa, términos vagos, pensamiento confuso. Antes de los griegos (y después) hay intrigas, conspiraciones, tráfico de influencias, luchas sordas o abiertas para adueñarse del poder explícito, existe un arte (fantásticamente desarrollado en China, por ejemplo) de ejercer el poder existente e incluso de ‘mejorarlo’ […]
La política, tal como ha sido creada por los griegos, ha sido el cuestionamiento explícito de la institución establecida de la sociedad, lo que presuponía –cosa claramente afirmada en el siglo V— que al menos grandes partes de esa institución no tienen nada de ‘sagrado’ ni de ‘natural, sino que proceden del nomos. Lo que el movimiento democrático ataca es el poder explícito y pretende volver a instituirlo. Como se sabe, fracasa (o no llega siquiera a despegar realmente) en la mitad de las poleis. Aun así, su emergencia afecta a casi todas las poleis puesto que, ante él, también los regímenes oligárquicos o tiránicos han de definirse como tales, es decir, aparecer como lo que son. Pero no se limita a eso; a lo que potencialmente aspira es a la re-institución global de la sociedad, y ello se realiza al crear la filosofía. Ni comentario ni interpretación de textos tradicionales o sagrados, el pensamiento griego lo que hace ipso facto es poner en tela de juicio la dimensión más importante de la institución de la sociedad: las representaciones y las normas de la tribu así como la noción misma de verdad. Cierto es que siempre y por doquier hay ‘verdad’ socialmente instituida, pero ésta equivale a adecuar, según los cánones y las pautas vigentes, las representaciones y los enunciados con lo que la sociedad ha instituido o establecido como ‘axiomas’ o como ‘procedimientos de validación’: más vale pues denominarla simplemente corrección. Pero los griegos crean la verdad como movimiento interminable del pensamiento que pone incesantemente a prueba sus límites y se vuelve sobre sí mismo (reflexividad), y la crean como filosofía democrática: pensar no es cosa de rabinos, sacerdotes, ayatolás, cortesanos o ascetas, sino de ciudadanos que quieren discutir en un espacio público creado por ese mismo movimiento […]
La creación de la política tiene lugar cuando se pone en cuestión la institución dada de la sociedad como tal y en sus distintos aspectos y dimensiones…, esto es, cuando se crea entre lo instituyente y lo instituido otra relación, hasta entonces inédita… Desde el inicio pues, la política se sitúa potencialmente en un plano radical y a la vez global… Digo ‘potencialmente’ porque, como se sabe, muchas instituciones explícitas, y entre ellas muchas que nos chocan especialmente (esclavitud, estatus de las mujeres) nunca fueron cuestionadas en la práctica…. La institución de la sociedad se plantea claramente como obra humana (Demócrito, Mikros Diakosmos…). Al mismo tiempo, los griegos saben desde muy pronto que el ser humano será lo que hagan de él los nomoi de la polis (claramente formulada por Simónides, esta idea la repite Aristóteles en varias ocasiones como algo evidente). Saben pues que no hay ser humano que valga sin una polis que valga, es decir, que esté regida por el nomos apropiado. […] El descubrir que el nomos es ‘arbitrario’ y al mismo tiempo constitutivo del ser humano, individual y colectivo, abre la discusión interminable sobre lo justo y lo injusto y sobre cuál sea el ‘buen régimen’. […] La creación por parte de los griegos de la política y la filosofía es el primer brote histórico del proyecto de autonomía colectiva e individual. Si queremos ser libres debemos ser nosotros quienes hagamos nuestro nomos. Si queremos ser libres, nadie debe poder decirnos lo que debemos pensar.
Pero libres, ¿cómo y hasta dónde? Éstas son las preguntas de la auténtica política.
(Cornelius Castoriadis, “Poder, política, autonomía”, 1988).