Viaje de estudio

 

Auschwitz

 

No saben que a esta estación no se llega.

Esperan lo peor, no lo inconcebible

(Charlotte Delbo)

La puerta de Auschwitz-Birkenau vista desde la rampa 3, interna al campo (Octubre 2011)

 

A los seis años, la palabra “muerte” todavía no tiene su significado. Hay que esperar uno o dos años para que la representación del tiempo dé paso a la idea de una parada definitiva, irreversible.

    Cuando Madame Farges dijo: “Si le dejan vivir, no le diremos que es judío”, sentí un gran interés. De modo que esos hombres querían que yo no viviera. Esta frase me permitía entender por qué me habían apuntado con el revólver cuando me despertaron: linterna en una mano, revólver en la otra, sombrero de fieltro, gafas oscuras, cuello del gabán levantado, ¡qué escena tan sorprendente! De modo que es así como se vestía uno cuando quería matar a un niño.

    Estaba intrigado por el comportamiento de Madame Farges, que, en camisón, amontonaba mi ropa en una pequeña maleta. Fue entonces cuando dijo: “Si le dejan vivir, no le diremos que es judíos”. Yo no sabía en qué consiste ser judío, pero me acababa de enterar de que bastaba no decirlo para que te permitieran vivir. ¡Fácil!

    Un hombre que parecía ser el jefe respondió: “Hay que hacer desaparecer a esos niños, de lo contrario se convertirán en enemigos de Hitler”. Así que estaba condenado a muerte por un crimen que cometería en el futuro.

    El hombre que nació en mí aquella noche fijó en mi alma esta puesta en escena: revólveres para matarme, gafas oscuras por la noche, soldados alemanes con fusil al hombre en el pasillo y, sobre todo, esa enigmática frase que revelaba mi condición de futuro criminal.

    Concluí de inmediato que los adultos no eran serios y que la vida era apasionante. (Boris Cyrulnik, Sálvate, la vida te espera)

Boris Cyrulnik (1937)

 

* * *

 

«Nos empujan hacia las duchas. Veo llamaradas en una fosa larga, oigo gritos, el llanto de los niños, el ladrido de perros, disparos de pistola. Las llamas altas cubren las sombras danzarinas. Humo, ceniza levitando y el olor de cabello y carne quemados impregna el aire. ‘No puede ser verdad’, grita mi vecino. Los perros pastor alemanes obligan a niños, mujeres y enfermos a lanzarse vivos a las llamas. Una ola de calor asfixiante. A continuación disparos. Una silla de ruedas es lanzada con un anciano a las llamas; un grito estridente. Los bebés vuelan como pétalos blancos trazando un arco alto hasta el fuego… Un joven corre para salvar su vida, los perros pastor le dan caza, lo empujan hacia las llamas. Sólo resta un grito. Una mujer con un pecho descubierto amamanta a su niño. Es lanzada con su bebé al fuego. Un sorbo de leche materna hasta la eternidad

Adam lo ha visto, Adam lo sabe, sabe algo que nosotros no sabemos y nunca sabremos. (…)»

Dieter Schlesak (1934)

«El potente libro de Schlesak ­–en el cual hay un solo personaje imaginario, el deportado Adam, que aun así reporta hechos objetivos y palabras realmente dichas por víctimas y verdugos, y cuyo narrador es sólo un impersonal protocolo de eventos, testimonios y declaraciones recolectadas- es un inolvidable fresco del mal, digno de La indagación de Peter Weiss y, en su seca sobriedad épica, por lo menos igual de intenso. Capesius no es el único; es uno de los muchos tíos y amigos de familia que se revelan como ogros de cuento, inefablemente incapaces, incluso después, de entender lo que han hecho.» (Del prólogo de Claudio Magris).

* * *

 

 

Habrá muchos, individuos o pueblos, que piensen, más o menos conscientemente, que "todo extranjero es un enemigo". En la mayoría de los casos esta convicción yace en el fondo de las almas como una infección latente; se manifiesta sólo en actos intermitentes e incoordinados, y no está en el origen de un sistema de pensamiento. Pero cuando éste llega, cuando el dogma inexpresado se convierte en la premisa mayor de un silogismo, entonces, al final de la cadena está el Lager. Éste es el producto de una concepción del mundo llevado a sus últimas consecuencias con una coherencia rigurosa: mientras el concepto subsiste las consecuencias nos amenazan.

    La historia de los campos de destrucción debería ser entendida por todos como una siniestra señal de peligro. (Primo Levi, Si esto es un hombre).

 

Primo Levi (1919-1987)

 

El día 20 de febrero [de 1944] los alemanes habían inspeccionado el campo [de concentración de Fossoli] con cuidado, habían hecho reconvenciones públicas y vehementes al comisario italiano por la defectuosa organización del servicio de cocina y por la escasa cantidad de leña distribuida para la calefacción; habían incluso dicho que pronto iba a empezar a funcionar una enfermería. Pero la mañana del 21 se supo que al día siguiente los judíos iban a irse de allí. Todos, sin excepción. También los niños, también los viejos, también los enfermos. A dónde iban, no se sabía. Había que prepararse para quince días de viaje. Por cada uno que dejase de presentarse se fusilaría a diez.

 

Sólo una minoría de ingenuos y de ilusos se obstinó en la esperanza: nosotros habíamos hablado largamente con los prófugos polacos y croatas, y sabíamos lo que quería decir salir de allí. Para los condenados a muerte la tradición prescribe un ceremonial austero, apto para poner en evidencia cómo toda pasión y toda cólera están apaciguadas ya, cómo el acto de justicia no representa sino un triste deber hacia la sociedad, tal que puede ser acompañado por compasión hacia la víctima de parte del mismo ajusticiador. Por ello se le evita al condenado cualquier preocupación exterior, se le concede la soledad y, si lo desea, todo consuelo espiritual; se procura, en resumen, que no sienta a su alrededor odio ni arbitrariedad sino la necesidad y la justicia y, junto con el castigo, el perdón.

 

Pero a nosotros esto no se nos concedió, porque éramos demasiados, y había poco tiempo, y además ¿de qué teníamos que arrepentirnos y de qué ser perdonados? El comisario italiano dispuso, en fin, que todos los servicios siguieran cumpliéndose hasta el aviso definitivo; así, la cocina siguió funcionando, los encargados de la limpieza trabajaron como de costumbre, y hasta los maestros y profesores de la pequeña escuela dieron por la tarde su clase como todos los días. Pero aquella tarde a los niños no se les puso ninguna tarea.

 

Y llegó la noche, y fue una noche tal que se sabía que los ojos humanos no habrían podido contemplarla y sobrevivir. Todos se dieron cuenta de ello, ninguno de los guardianes, ni italianos ni alemanes, tuvo el ánimo de venir a ver lo que hacen los hombres cuando saben que tienen que morir.

 

Cada uno se despidió de la vida del modo que le era más propio. Unos rezaron, otros bebieron desmesuradamente, otros se embriagaron con su última pasión nefanda. Pero las madres velaron para preparar con amoroso cuidado la comida para el viaje, y lavaron a los niños, e hicieron el equipaje, y al amanecer las alambradas espinosas estaban llenas de ropa interior infantil puesta a secar; y no se olvidaron de los pañales, los juguetes, las almohadas, ni de ninguna de las cien pequeñas cosas que conocen tan bien y de las que los niños tienen siempre necesidad. ¿No haríais igual vosotras? Si fuesen a mataros mañana con vuestro hijo, ¿no le daríais de comer hoy? (Primo Levi, Si esto es un hombre)

 

Guía para alumnos 

(traducción del Livret d'accompagnement élèves

titulado Voyage d'étude Auschwitz)

 

 

 

Si esto es un hombre

 

Vosotros que vivís seguros

En vuestras casas caldeadas,

Vosotros que os encontráis, al volver por la tarde,

La comida caliente y los rostros amigos:

Considerad si es un hombre

Quien trabaja en el fango

Quien no conoce la paz

Quien lucha por la mitad de un panecillo

Quien muere por un sí o por un no.

Considerad si es una mujer

Quien no tiene cabellos ni nombre

Ni fuerzas para recordar

Vacía la mirada y frío el regazo

Como una rana en invierno.

Meditad que esto ha sucedido:

Os encomiendo estas palabras.

Grabadlas en vuestros corazones                 

Al estar en casa, al ir por la calle,       

Al acostaros, al levantaros;

Repetídselas a vuestros hijos.

 

O que vuestra casa se derrumbe,

La enfermedad os imposibilite,

Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.

(Primo Levi)

Sello septiembre

Al 2º mini-Congreso sobre la Shoá: canción e historia

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Nuestro viaje a Cracovia y a Auschwitz

¿Por qué hay que estudiar el Holocausto?

Zygmunt Bauman

La Shoá

1) De la exclusión al exterminio

2) Auschwitz

Balance de la Shoá

Breve cronología de la Shoá

Antisemitismo, darwinismo socio-racial y eugenesia

(Cronología comentada entre 1859 y 1933)

Enlaces de interés sobre la Shoá

Enlaces sobre propaganda y medios de difusión en el III Reich

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(Mémorial de la Shoah de Paris)

Preguntas frecuentes sobre la Shoá

(Holocaust Museum Houston)

Museo del Holocausto

Buenos Aires Shoah Museum

Revista

NUESTRA MEMORIA, nº 31 - Febrero 2009

Jaime Vándor: Conceptos erróneos o debatidos en torno al Holocausto (p. 19)

Héctor J. Zimerman: Dilemas y reflexiones en la transmisión del Holocausto (p. 33)

Una historia de amor y lucha en la Cracovia nazi

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Szimszon Dranger y

Gusta Davidson

Conversación en los montes Adirondack

Elie Wiesel

(adaptacion)

El largo viaje

Jorge Semprún

Hitos de la exclusión de los judíos de Europa hasta el siglo XIX (Georges Bensoussan)

El judío triunfador y odiado

(Enrique Moradiellos)

Matar niños.

Un relato verídico

(Jean-François Forges)

La imagen del infierno (Hannah Arendt)

Libertad y bondad (Emmanuel Levinas y Ruth Klüger)

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No conceder victorias póstumas a Hitler (Emil L. Fackenheim)

Crueldad, ensañamiento... pero gente corriente (Christopher R. Browning)

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LTI - La lengua del Tercer Reich (Victor Klemperer)

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